jueves, 28 de junio de 2012

Las dos caras de Del Bosque

1.- España-Portugal (Eurocopa, semifinales), 27 de junio de 2012, 0-0 (España gana 4-2 en la tanda de penaltis)

2.- Partido con mucha miga, mal jugado, muy mal jugado por España en los primeros 90 minutos, pero solventado en la tanta de penaltis, como ocurriera en la anterior Eurocopa contra Italia, con Casillas y Cesc como protagonistas, con permiso de Sergio Ramos, que realizó el encuentro de su vida, coronado con un lanzamiento a lo Panenka.

3.- Entre esos primeros 90 minutos y la lotería final, en la prórroga, España se reencontró con su juego, con su idea, con sus valores. Fue ahí, en esa media hora, donde legitimó su victoria. Ganó en los penaltis, pero se puede agarrar a esos momentos de gran fútbol.

4.- Lo que ocurrió anteriormente fueron los peores minutos de España en los últimos ocho años. Desde los tiempos del infausto Iñaki Sáez los futbolistas españoles no ofrecían una imagen tan pobre. Es cierto que Portugal, un portento físico, dureza máxima en todas las acciones y con un Cristiano en erupción, era una seria amenaza. Pero los problemas que mostró España tuvieron más que ver con los miedos de Del Bosque que con otra cosa.

5.- Todo comenzó en la alineación. Del Bosque, cuando menos se esperaba, dio un giro a los principios que han informado a esta selección desde hace unos años, que se basan en la elaboración paciente del juego, y apostó por tirar balones largos a un tanque como Negredo. El naufragio fue evidente. España no existía. No pasaba apuros, puesto que Casillas no llegó a realizar ninguna parada de mérito, pero se desentendió del juego.

6.- A todos los males que se han venido denunciando desde estas líneas —falta de jugadores por delante del balón debido por culpa del doble pivote; jugadores como Xavi y Silva sin gasolina; mentalidad excesivamente conservadora a la hora de afrontar los partidos...— España padeció de manera añadida la pérdida de identidad. Asistimos a su desnaturalización. No se sabía a dónde quería ir. Los ataques eran de una vacuidad desesperante, con Iniesta, el único jugador con capacidad de desequilibrar, orillado en la banda izquierda, sin influir en el juego. El miedo a no dejar espacios a los puñales portugueses se imponía sobre la voluntad de defender un estilo de juego.

7.- Pero Del Bosque, esto hay que reconocérselo, sabe rectificar. La entrada de Cesc por Negredo ofreció algo más de elaboración al juego de España. Y las de Navas por Silva y Pedro por Xavi lograron q el campo se ensanchara y que, por tanto, Iniesta pudiera aparecer por dentro. Fue entonces cuando se vio la verdadera versión de España. Se hizo con el control del partido, metió a Portugal en su campo y comenzó a generar juego por dentro para acabar por fuera; con Piqué y Ramos plantados en la divisoria; con Xabi Alonso y Busquets barriendo todos los balones; con Navas y, particularmente, Jordi Alba, ganando la línea de fondo; con Pedro revoloteando y agitando el partido. Las ocasiones, las primeras del encuentro, aparecían en la prórroga.

8.- Fue ahí cuando España recuperó las esencias, legitimó su victoria y justificó su candidatura de cara a la complicada final que le espera. Pero Del Bosque no puede seguir traicionando la herencia que recibió. A costa de ser cada día más competitiva, España correr el riesgo de acabar siendo cualquier cosa.


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