viernes, 25 de enero de 2013

Del descontrol al control

1.- Málaga-Barcelona (Copa del Rey, cuartos de final, vuelta), 24 de enero de 2013, 2-4 (Pedro, Joaquín, Piqué, Roque Santa Cruz, Iniesta y Messi).

2.- Hubo dos partidos. En la primera parte, el Barcelona se mostró incómodo ante el despliegue del Málaga, con un falso control del juego, corriendo demasiado para atrás ante cada pérdida de balón y cometiendo muchas imprecisiones, motivadas la mayoría de ellas por los resbalones que propiciaba el mal estado del terreno de juego. Todo hacía indicar que tenía por delante una tortura.

3.- Pero en la segunda, tal vez debido al bajón físico de los de Pellegrini tras unos extenuantes 45 minutos iniciales, se vio a un Barcelona pletórico, mostrando la excelsa versión de hace diez días en la Liga en ese mismo escenario. Ni siquiera el empate del Málaga, cuando mejor estaban los azulgranas, inquietó al Barcelona, que iba lanzado, con toda la confianza en sus posibilidades a partir de la fácil asociación de sus jugadores. Y el definitivo gol de Iniesta no tardó en llegar, tras una gran maniobra de Cesc al borde del área.

3.- Jordi Roura salió con el once de las grandes ocasiones, salvo Pinto por Valdés y Mascherano por Puyol.  El partido lo exigía. El Madrid esperaba ya en semifinales.

4.- Por encima del trabajo aglutinador de Xavi, del desequilibrio de Iniesta o Messi o de la presencia de Cesc, destacó la figura de Pedro Rodríguez Ledesma, que firmó un partido para enmarcar. Fino, eléctrico y sutil como nunca, su contribución fue descomunal. Se movió por todo el frente del ataque y todas sus decisiones fueron acertadas. Cuando se asociaba costaba distinguirlo de Iniesta; y cuando arrancaba era fácil confundirlo con Messi.

5.- Mención especial también para un Piqué que añadió a su imprescindible jerarquía trasera varios descuelgues al área rival, uno de los cuales le valió para sellar un gran gol, con control orientado con el pecho y precisa definición ante el meta malaguista. Y a Alves, con un encuentro más templado de lo que acostumbra, coronado con dos medidos pases de gol.

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