jueves, 31 de enero de 2013

El Barcelona minusvalora al Madrid

1.- Madrid-Barcelona (Copa del Rey, semifinales, ida), 30 de enero de 2013, 1-1 (Cesc y Varane)

2.- El Barcelona, tras el gol de Cesc al poco de comenzar la segunda parte, lo tenía todo de cara para haber dado un golpe definitivo no sólo a la eliminatoria sino al propio Madrid. Todo a favor para haber dejado noqueado a su máximo rival. El equipo de Mourinho estaba desfondado después de un gran desgaste físico en el primer tiempo y psicológicamente castigado por tener que remar contracorriente lo que quedaba de partido. Todos los fantasmas se le aparecían de golpe a un conjunto que, además, no disponía de titularísimos como Casillas, Pepe, Ramos, Marcelo y Di María.

3.- Pero el Barcelona se enredó en su suficiencia, pecó de indolente y careció de colmillo. Minusvaloró al Madrid. Es cierto que durante los minutos posteriores al 0-1 se adueñó por completo del partido y empequeñeció al conjunto blanco. Pero fue tal vez demasiado retórico, poco consciente de la gran oportunidad que estaba desaprovechando. Se gustó en exceso y no cerró el partido. Ocasiones no le faltaron: un mano a mano de Pedro ante Diego López, un fuera de juego mal señalado a Messi que era gol o gol, disparos de Alves y Jordi Alba que el flamante cancerbero merengue desbarató y un tiro a bocajarro de Cesc que lamió el larguero. A pesar de ese volumen de oportunidades de gol la sensación era que a los azulgranas les faltaba tensión y profundidad.

4.- Y es que el Madrid, aunque no exigía a Pinto, también llegaba. Cada balón perdido del Barcelona provocaba una sacudida del Bernabéu y una contra del Madrid, alguna de ellas rebañada en el área pequeña por los defensas barcelonistas. En ese sentido, el dominio que ejercían los de Roura era más escénico que real, puesto que no acaban de desordenar por completo a su rival, de someterlo hasta empotrarlo en su área. Le faltó al Barcelona, insistimos, algo más de nervio y le sobró un exceso de confianza. Eso ante el Madrid es imperdonable.

5.- El inicio de partido fue de manual, de guión conocido por todos. Esta vez el Barcelona no regaló su típico gol, pero estuvo a punto. Toque de corneta de los jugadores del Madrid, que salen al galope, a machacar la salida de balón del Barcelona y a presionar como posesos a todo azulgrana que reciba de espaldas. Recuperaciones de balón en tres cuartos y ocasiones de gol. Y así los diez minutos iniciales de cada clásico. Luego va bajando la fogosidad madridista y el Barcelona se hace con el partido a partir del balón.

6.- Iniesta, como viene ocurriendo en los últimos tiempos, fue el hombre del partido. Apenas apareció por el costado izquierdo. Ocupó posiciones centrales y tiró de repertorio. Se apropió del balón y nadie se lo quitó. Dejó en muy segundo plano a un poco acertado Messi y a un desaparecido Cristiano, una sombra toda la noche.

7.- Roura no deparó ninguna sorpresa y optó por el once que ya sale de carrerilla. Con dos salvedades, además de la ya comentada posición central de Iniesta: Pedro estuvo más alejado de la banda que nunca, ejerciendo casi de nueve, y los laterales aparecieron menos de lo habitual para no regalar espacios en las bandas a Callejón y a Cristiano. El resultado de todo ello fue que al Barcelona le faltó amplitud —demasiado juego por el centro— y profundidad —Pedro no es el hombre más adecuado para porfiar en la punta del ataque; Villa, para ejercer esa función, habría resultado más idóneo.

8.- El Madrid, en líneas generales, salvo en el marasmo de los veinte minutos posteriores al 0-1 en los que estuvo completamente a merced del Barcelona, se mostró más asentado de lo que se esperaba, sobre todo teniendo en cuenta sus numerosas bajas. Renunció, como ya es norma, al balón, por supuesto que sí. Pero no se echó descaradamente atrás y fue siempre de cara, con el fabuloso Özil abanderando las embestidas.

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