martes, 23 de abril de 2013

El Barcelona ya es otra cosa

1.- Bayern-Barcelona (Champions, semifinales, ida), 23 de abril de 2013, 4-0 (Müller, Gómez, Robben y Müller)

2.- Con independencia de lo que suceda en la vuelta, el Barcelona de Vilanova corroboró en el Allianz Arena de Múnich que es un equipo muy distinto al que ideó Guardiola. Sobre el papel, echando un vistazo a vuela pluma, da la impresión de que son dos gotas de agua, pero en el desempeño en el césped, en el cúmulo de pequeños detalles que ha ido perdiendo en el camino, cuesta reconocer a este Barcelona.

3.- Nunca sabremos cómo ni por qué se perdió el mejor equipo que han conocido los tiempos. Tal vez únicamente una personalidad tan especial como la de Guardiola podía seguir alimentando a semejante monstruo. Durante estos años de fiesta permanente sólo veíamos la punta del iceberg del Pep Team dos veces a la semana durante noventa minutos. Pero detrás había un trabajo obsesivo, puntilloso y extenuante de Guardiola que tal vez agotó a los jugadores. Ni uno ni otros podían dar más de sí. Se agotaron. Es el precio de la excelencia, que no puede durar para siempre.

4.- Con la marcha de Guardiola los jugadores se destensaron. Perdieron de vista al cansino que todo lo controlaba. En su lugar apareció el que en teoría era el relevo ideal, la persona que estaba detrás del sistema táctico que había encumbrado al Barcelona durante cuatro años. Y encima se presentaba como alguien muy cercano, muy querido por el plantel. Pero, y ese aspecto lo hemos descubierto como clave con el paso de los meses, carecía de la auctoritas de su predecesor. Hacer dibujitos en una pizarra está al alcance de cualquiera. Sin embargo, convencer a un grupo humano de que cada minuto de cada partido es importante, cada presión en un saque de banda es una cuestión de vida o muerte, cada inicio limpio de jugada es fundamental... sólo lo pueden conseguir unos pocos elegidos.

5.- Salió el Barcelona más ortodoxo que se recuerda. Nada que reprochar a Vilanova en ese sentido —el problema, aunque este cronista pensaba que el Barcelona estaba a tiempo de corregirse, se empezó a fraguar meses atrás. Un 4-3-3 como en los mejores tiempos de Guardiola. Tan sólo la presencia de Bartra por los lesionados Puyol o Mascherano generaba alguna duda. El centro del campo de toda la vida. Y, arriba, Pedro por la derecha, Messi de falso 9 y Alexis por la izquierda. De manual.

6.- Pero en noventa minutos el Barcelona fue incapaz de inquietar a Neuer. No es que el Bayern, un equipazo, por otra parte, aplastara a los de Vilanova, sino que los bávaros se limitaron a no asumir riesgos y a constatar el declive azulgrana a partir de un planteamiento muy compacto, sin dejar un solo hueco entrelíneas, muy vigoroso en lo físico y avasallador en el juego aéreo y a la contra. Suficiente para liquidar a un Barcelona tan impotente, castigado por la acumulación de meses de flojera.

7.- El Barcelona ni tuvo el balón ni dejó de tenerlo, ni atacó ni se defendió. Fue la nada. Toca refundación, que sólo puede pasar por volver a los orígenes.

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