1.- Málaga-Barcelona (Liga, jornada 19), 13 de enero de 2013, 1-3 (Messi, Cesc, Thiago y Buonanotte)
2.- El Barcelona, en el cierre de la mejor primera vuelta de su historia, dieciocho victorias y un empate, regaló una nueva exhibición de juego, solvencia y aplomo, comandada por un delicioso Iniesta. A la exhibición del manchego se sumaron un cada vez más imprescindible Cesc Fábregas, asociativo y dinámico, control y verticalidad, y el que va camino de convertirse en el puto amo, Sergio Busquets, mejor jugador que ayer pero peor que mañana.
3.- Alineación de gala con la salvedad de las presencias de Mascherano por Puyol y de Alves —al que se le notan demasiado las costuras en este equipo; sus compañeros juegan a una cosa y él a otra muy distinta, no hay más que ver sus absurdos centros a la olla— en lugar de Adriano o Montoya.
4.- Iniesta, por la izquierda en la primera parte y por donde le dio la gana en la segunda, asociándose permanentemente con Cesc, que ha hecho del carril del diez el jardín de su casa, Xavi, Messi, Busquets y Pedro, que no paró de percutir desde la zona derecha hacia el centro, ofreció un recital de gestos técnicos, de pausa y de aceleración, que costará olvidar.
4. Ante un rival valiente y que fue de cara, presionando arriba y no renunciando al balón, los azulgranas se agigantaron y tejieron su habitual rondo. Daba la sensación desde el comienzo de que el Málaga poco iba a poder decir frente a ese Barça tan enchufado. Y así fue. El voluntarismo boquerón quedó en nada al lado del poderío de los de Vilanova.
5.- El Barcelona de Vilanova ha encontrado su camino —profundizar en la idea guardiolana pero con más madera todavía, con menos delanteros y cada vez más centrocampistas, con Iniesta más suelto que nunca y Messi más lejos del área pero marcando aún más goles. Lo que en septiembre y octubre parecía imposible, volver a los orígenes, fue ya una realidad a mediados de noviembre, a partir del partido en Moscú ante el Spartak, momento fundacional del Vilanova way. Y ahora, en enero, asistimos a una cima. Seguramente no la más elevada, porque este equipo no para de crecer.
Para jugar al fútbol se necesita una idea, un concepto, un estilo y un grupo de jugadores que sintonicen con ella: el campo abierto, dos extremos pegados a las bandas; llenar la divisoria para conseguir profundidad; y darle aire y velocidad a la pelota. Es aquello de los tres defensas, cuatro medios y tres delanteros. Me seduce la idea de jugar de una forma como no lo hace nadie. Es un signo de distinción, una manera diferente de vivir el fútbol, un estilo de vida, una cultura (Pep Guardiola)
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